Hay personas que se pierden en lugares que a nadie importan. Hay canciones que suenan sin que nadie las escuche. Hay espejos rotos en olivares en los que nadie se refleja. Abatido ante la turbia concepción de un amanecer que dibujaba espirales sobre el campo andaluz, le pregunté al pterodáctilo sagrado:
-¿Hay algún camino de vuelta a la realidad?
Mientras me engullía, tuve tiempo de escuchar una radio a lo lejos que escupía entrecortadamente una canción de 21 Japonesas. Entreví, antes de ser devorado, siluetas asexuadas en los fragmentos de espejo por allí esparcidos.
Ya tengo las instrucciones necesarias para la construcción de un nuevo mundo. A nadie importan.
-¿Hay algún camino de vuelta a la realidad?
Mientras me engullía, tuve tiempo de escuchar una radio a lo lejos que escupía entrecortadamente una canción de 21 Japonesas. Entreví, antes de ser devorado, siluetas asexuadas en los fragmentos de espejo por allí esparcidos.
Ya tengo las instrucciones necesarias para la construcción de un nuevo mundo. A nadie importan.
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