- ¿ Qué es eso ?- pregunta él , apoyando el peso de su decadencia en la pared inmaculada.
Siete segundos de silencio le responden.
Toda una eternidad, aún balbuceante.
Despectiva.
Brutal.
Siete segundos de silencio que esconden la futura ruina compartida por los dos.
-Una cinta de video- responde ella y observa el sobre de donde extrae la cinta como si en él se hallara un tesoro perdido que ya jamás alcanzarán.
Más allá de la pared inmaculada, alguien observa.
Y ellos siguen hablando, ya sin comunicarse.
En algún lugar, entre cuatro paredes perfectas,
perdieron la capacidad para amarse
y sus bellezas –sólo marchitas para ellos mismos-
aguardan nuevas luces que alimenten la escarcha
-fría y aún deseable-
de sus cuerpos en descomunión.
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