miércoles, 24 de marzo de 2010

HEARTWORM [DIROFILARIA IMMITIS]








A veces es bonito reinvidicar una banda y que nadie te haga ni puto caso. Esto es lo que pasaba con Whipping Boy, un grupo de pop sofisticado y oscuro que parecía diseñado para triunfar pero que no tuvo ni 5 minutos de gloria.



Os dejo un texto que escribí inspirado en su precioso disco, "Heartworm".


-Cuando éramos jóvenes, nadie moría, nadie se hacía daño, nadie sufría…-me dices con los ojos vidriosos.

Tras el velo de tus lágrimas en plena implosión, adivino ese centelleo incesante que, desde que te conozco, dibuja porvenires de luz y paraíso en las coordenadas de un mundo distinto, pero posible.

Intento pensar en soluciones, plantear alternativas, formas de alejar el dolor que, a veces, nos consume. Mis labios dibujan palabras que acaban muriendo en el silencio.

Tengo fe en ti. Tengo fe en la Mujer. Se debe a la ausencia mítica de mi madre. Se debe a que mi cabeza se quedó navegando en la sangre agridulce del parto. Se debe a la culpa infinita del nacer sin capacidad para hacer nacer.

A veces estoy cegado, no es fácil desdibujar el polen marchito del sufrimiento que las flores corruptas del universo depositan en nuestras almas desorientadas.

A veces estoy flipado, es fácil sumergirse en paraísos de oferta, esconderse en globos de colores que acaban estallando, domar a fieras mansas o columpiarse sobre abismos a sabiendas de que las cuerdas que soportan el columpio se resquebrajan. Abandonarse a cierta clase de bamboleo feroz. No luchar.

Siempre mis venas acaban gritando ¡ stop !. Corre por ellas, camino de mi corazón desbocado, un gusano, dirofilaria immitis, que construye columnas de sentimiento allá donde no puedo borrarlas, infectándome de pasión coronaria, segundo a segundo, hasta dejar resueltos los planos del arquitecto de mis deseos y emociones.

En el peligro, no hay disfraces que valgan, ni posturas intermedias. Arrebatemos al amanecer su capacidad para el resplandor. No habrá penumbras que desdibujen nuestros rayos. Si existe algún tipo de eternidad que sea beneficiosa, será nuestra.

Mis ojos también se inundan al captar la irreversibilidad de tu dolor retroactivo. No soy capaz de confesarte, o de tan sólo creer, que ni se puede sufrir por lo que no tuvimos, ni se puede sufrir por lo que no tendremos. Intento dibujar en los límites de tu retina, ficciones creíbles o sabores nuevos. Y a la hora de abrir la boca, por fin, las palabras parece que me responden y casi chillo:

-A lo mejor es que no necesitamos a nadie más, solos tu y yo…

Aunque sea en un infierno hecho a medida para nuestros errores, en el que podamos dibujar en el aire, con los látigos de nuestra mutua fustigación, una curva perfecta que guíe las desorientadas voluntades de nuestros corazones en flor.